¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.
Pedro Calderón de la Barca
El hombre moderno es un luchador nato. Los oponentes que amenazaban su supervivencia han desaparecido de la faz de la tierra, pero, por principio, el hombre conservo el reflejo de estar en contra de todo: del racismo, del desempleo, de la experimentación con animales ...
¿Pero cómo podría el hombre detener el tiempo en su implacable progreso? ¿Cómo podría el ser humano ir más allá de su propio destino? ¿Cómo podríamos controlar la parte incierta de nuestra existencia?
Es que la realidad es la artera traición de nuestros sueños y deseos. Por eso es preciso detener este escándalo. Nuestra vida debe volver a parecerse a una especie de Disneylandia, una película que se puede rebobinar a discreción, un videojuego en el que el jugador vencido puede ser devuelto a la posición inicial para que pueda jugar en una nueva ronda.
Para sobrellevar este proceso, la persona se alivia con tranquilizantes, con estimulantes, con certitudes. El mercado de todo tipo de estrategias de supervivencia está en constante auge: promesas que instantáneamente nos liberan de nuestras preocupaciones, solucionan nuestros problemas, curan nuestras heridas, anticipan nuestros pensamientos ...
No faltan ideologías, partidos, consignas publicitarias, decisiones ministeriales y medidas legislativas para la protección del ciudadano: todo ello apunta a ayudarnos a superar los obstáculos de la vida; así todo está destinado a ser mejor, más rápido, más cómodo y más hermoso que nunca.
En este maravilloso mundo de libertad, tenemos a nuestra disposición un gran paquete de supervivencia hecho de ilusiones, y de otras herramientas en base a las cuales todos pueden simplemente tomar las decisiones correctas por sí mismos para encontrar la felicidad. Lamentablemente las cosas no funcionan como las imaginamos. Debido al uso incorrecto de nuestros sentidos y nuestra inteligencia, nuestros sentimientos desorientados han perdido su verdadero objetivo, es decir, el enfoque en la esencia, naufragamos en una inundación de los aspectos transitorios y efímeros de la vida, pervirtiéndonos a nosotros mismos, a la sociedad y al curso del universo...
Así, nuestro malestar se expresa en el hecho de que tomamos nuestra percepción relativa por la verdad inquebrantable. Desde nuestra perspectiva, nuestras interpretaciones y explicaciones personales del mundo real son absolutas: es esta es la ilusión de la que somos víctimas. Este es nuestro verdadero problema.
Mona von Wittlage
ARTISTA